Blog Turismo Serón

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JAMÓN DE SERÓN: HISTORIA, TRADICIÓN, PRIMOR Y AIRE

Jamón de Serón

El jamón de Serón copa gran parte de los recursos documentales producidos para la puesta en valor y la promoción de la industria agroalimentaria del municipio de Serón como producto turístico, bien como producto de turismo gastronómico o bien como producto de turismo industrial.

El jamón de Serón protagoniza cuatro documentales en los que maestros jamoneros dan cuenta del proceso que permite su obtención y de los atributos que confieren a este producto una calidad específica, convirtiéndolo en único y señero.

Para abrir boca, para introducir la serie documental referida, se presenta un primer corto documental que pone el acento en los atributos destacados de forma generalizada por estos maestros jamoneros: historia, tradición, aire y primor.

Historia. En esta selección de pasajes Antonio Zapatero (Jamones Artesanales de Serón 1880) relata los inicios de la empresa que dirige, pionera en la producción de jamones de un modo empresarial, más allá del secado domiciliario de jamones que se remonta a siglos anteriores.

Tradición. Luis Segura (Jamones Segura) nos revela como hacía de ayudante de su abuelo materno en uno de aquellos secaderos que ocupaban parte de cortijos o caserones de paredes encaladas.

Aire. Con la misma pasión, Manuel Checa (Jamones de Serón Checa) remite al aire de los Filabres como uno de los elementos que confieren al jamón de Serón atributos singulares.

Primor. La selección de la materia prima, el secado natural o el primor en todo el proceso es explicado por Francisco Rodríguez.

De la historia, de la tradición, del aire de Filabres o del primor en todo el proceso nos hablarán en cada documental Antonio, Luis, Manuel o Francisco.

Por último, resulta obvio que el orden de los relatores en esta introducción no altera la explicación del producto o, lo que es lo mismo, la explicación del jamón de Serón, combinación de historia, tradición, primor y aire.

Puede ver el documental en el siguiente enlace: Jamón de Serón. Turismo Gastronómico de Serón.

Manuel C. Rodríguez – Equipo Funámbula

TURISMO GASTRONÓMICO DE SERÓN: PILAR DE LA ESTRATEGIA TURISMO DE SERÓN

Manuel Checa, uno de los protagonistas de la serie “Turismo gastronómico de Serón”

El proceso de planificación turística del municipio de Serón ha sido valorado por su carácter participativo, también por la coherencia en las pautas que afectan a las fases de su diseño: identificación, selección, valorización, catalogación-tematización y promoción. De forma paralela se inicia una fase de sensibilización en materia turística, con especial atención a la población escolar del municipio de Serón. También de forma paralela, se inicia una fase de cualificación de la oferta turística.

Manuel Checa, uno de los protagonistas de la serie “Turismo gastronómico de Serón”

Manuel Checa, uno de los protagonistas de la serie “Turismo gastronómico de Serón”

En la fase de identificación y selección se concretaron varios ejes de tematización turística o pilares, evidentes en la promoción web de la estrategia: monumental, natural, industrial y gastronómico.

Entre estos ejes destaca el turismo gastronómico, dado  el nivel de atracción y potencial turístico de las industrias agroalimentarias del municipio de Serón, entrando a formar parte de uno de los sectores emergentes en el mercado turístico, nos referimos al turismo industrial.

Las visitas a los secadores de jamones, a la bodega o a la almazara se muestran como un elemento a promover y a poner en valor.

Para ello, se ha desarrollado una serie documental que intenta mejorar la experiencia de los visitantes a estos centros, combatiendo la estacionalidad de algunas producciones y la posible interferencia con sus procesos de producción. En esta serie se vincula la producción al origen, reforzando la marca Serón y dotándola de contenido.

Por último, se optimiza el recurso creando una versión de los documentales como estudio de caso para el ámbito académico, consiguiendo un mayor alcance del impacto del instrumento al diversificar su uso.

Los documentales presentan una versión que permite la accesibilidad a personas con algún tipo  de discapacidad auditiva.

Los documentales, ya elaborados, serán difundidos en las redes sociales a partir de finales del mes de enero de 2015.

 

Manuel C. Rodríguez – Equipo Funámbula.

EN SERÓN Y KABUL HAY ABEJAS

CASTILLO

Serón es un pueblo andaluz de la Sierra de los Filabres y está de fiesta. Es el día de su patrona, la Virgen de los Remedios.

- ¡Mi globo, mi globo…! – grita la niña. Y echa a correr cuesta arriba en un intento inútil de alcanzar la larga cuerdecilla que pende del globo.

Su abejita Maya vuela dulcemente sobre la torre del castillo, hacia las nubes blancas que ocultan los montes.

- ¡Mi globo, mi globo! – grita desesperada.

El padre la sigue, la coge en brazos y le dice al oído:

- ¡Anda, bonita, no llores! Es imposible alcanzar tu globo pero yo, esta noche, te voy a contar un cuento de abejas…

Hace seis años, cuando era militar, me mandaron a un país lejano. Era un destino peligroso debido a los atentados terroristas que cometían los talibanes, que son hombres muy violentos.

¿Sabes, hija? Los talibanes desprecian a las mujeres, las encierran en las casas, las obligan a ir a todas partes bajo un manto azul con solo una mirilla por donde vislumbran el mundo. Mira, cúbrete la cabeza con el mantelito de crochet que tejió la abuela. ¿Verdad que ves muy mal? Como si estuvieras en una cárcel, detrás de una reja… Pues así viven las mujeres en Afganistán. Las más pobres visten harapos y piden comida por los mercados, casi siempre con niños hambrientos agarrados a sus mantos; son viudas, y en los años en que los talibanes gobernaron el país, pedían limosnas a las puertas de las mezquitas porque les estaba prohibido trabajar. Los talibanes impedían que las niñas como tú fueran a la escuela, tenían que permanecer enclaustradas en sus casas. No podían vestir trajes de colores, bailar, cantar, ni siquiera tener canarios y jilgueros. Llevaban una vida muy triste. Y a todos los que desobedecían sus terribles leyes, los castigaban sin piedad.

En Kabul, donde se encontraba nuestro cuartel, vivían Samira y su hermanita Sadaf. No tenían padre, lo habían matado los talibanes en la guerra. La madre de Samira trabajaba en una panadería cercana al Colegio Español Cometa, una de las pocas escuelas para niñas de Afganistán.

El Cometa estaba en un edificio nuevo, luminoso, muy alegre, con un jardincito amurallado, en un barrio residencial de Kabul. En la garita, un portero enorme protegía la escuela y a las niñas. La madre de Samira, la panadera, consiguió matricular a su hija en tan prestigioso colegio y, como no podía hacerse cargo de Sadaf, que tenía solo dos años, dejó a la pequeñita al cuidado de la abuela en la otra punta de la ciudad. Llevaba mucho tiempo sin verla porque trabajaba de sol a sol, y no tenía ni dinero ni vacaciones.

La panadera y su hija ocupaban un cuartucho adosado a la casa del patrón. La niña tenía diez años y era espabilada y muy trabajadora, la primera de su clase. Quería ser médica. Pero su plan se torció cuando su madre tuvo un accidente y murió por falta de hospital y medicinas.

A Samira la llevaron con la abuela a lomo de su borriquillo. Lloró amargamente varios días, echaba de menos a su madre, la escuela, sus amigas y a la maestra doña Pepita, que le había enseñado a hablar español. Samira quería viajar con ella a España para estudiar en la universidad.

La casa de la abuela de Samira se encontraba a las afueras de Kabul, muy cerca del aeropuerto. Era pequeñísima, apenas dos habitaciones sin muebles, unas alfombras descoloridas, un corral con un horno y una enorme chimenea para calentarse en invierno y cocinar.

Lo primero que hizo la anciana cuando llegó Samira fue cortarle el pelo a rape y vestirla con ropa de niño. Le había contado a los vecinos que su nieto Nasim había vuelto de Pakistán. Todo para que la niña pudiera salir de la casa a vender sus pasteles, y a buscar leña en un bosquecillo cercano. Al cabo de unos días de aparentar ser un niño, hasta su hermanita Sadaf la llamaba Nasim.

Por las mañanas bien temprano salía Samira al mercado a lomos de su burrito para vender los dulces. Y ya de vuelta a casa, si le sonreía la suerte y encontraba cajas o tablones viejos, los vendía por unos afganis para comprarse libros.

La niña estudiaba como podía, enseñaba a leer a su hermana y procuraba no jugar con los chicos del barrio por miedo a que la descubrieran. Solo se relacionaba con su vecino Ehsan, que conocía su secreto. Con él iba algunas tardes a volar cometas. Ehsan le hizo una preciosa de cien colores y le enseñó a manejarla. La abuela la dejaba ir con su amigo a regañadientes, tenía un genio de mil diablos y reprendía a Samira a gritos siempre que la veía leyendo. ¡Y la llamaba Nasim!

- Ya te enseñaré yo, Nasim. ¡A palos! De nada nos sirven los libros que la loca de tu madre te compraba. ¡Qué cabeza de chorlito…! Mira, yo no sabré leer pero me gano la vida preparando comidas en las bodas, y con mis pastelillos. Y ahora, a mi vejez, tengo que bregar el doble para sacaros adelante. Anda y vete a buscar leña, so zángano, ¿no ves que tu hermana llora de hambre y frío?

Pasó el tiempo y un día Samira recibió una carta de doña Pepita. Le anunciaba que estaba preparando su adopción y la de su hermana. Y que pronto las llevaría a su país, a una casa blanca, al ladito del mar.

Vivió Samira soñando su futuro en España pero, una tarde, doña Pepita se presentó en su casa con las maletas. Le contó entre lágrimas que su padre estaba muy enfermo y que debía regresar con urgencia a Almería para cuidarlo, pero muy pronto volvería a Kabul a por ellas. Fue por entonces cuando yo la conocí.

Marchábamos en un servicio de control por el barrio de Samira, que estaba al ladito del aeropuerto que nosotros defendíamos. Se había producido un atentado, menos mal que sin víctimas. Cuando ya regresábamos al cuartel, en un recoveco del camino, se nos cruzó un burro trotando como un loco. A lomos del pollino, Salaf se aferraba a los serones y Samira los perseguía chillando. Unos niños habían intentado robarle los pasteles y le habían dado de palos al pobre burrillo, que salió pitando hacia su cuadra como alma que lleva el diablo.

Salaf lloraba, estaba a punto de estrellarse contra el suelo. Entonces yo salté de la tanqueta y paré al animal. Y cuál fue mi sorpresa cuando me llegó la vocecita amable de la niña que me decía en perfecto español:

- Muchas gracias, señor soldado, ha salvado usted a mi hermana. Mi burro es bueno, pero lo han pegado y se ha asustado. ¡Mi pobre burrito! – Y le acarició las orejillas hasta tranquilizarlo.

Invité a unos helados a las niñas y Samira me contó su historia. Ya de camino a su casa, le apunté el número de mi teléfono por si alguna vez me necesitara. Y me despedí de ellas regalándoles todo el chocolate que llevábamos en las mochilas.

A los dos meses me llamó Samira angustiada. Su abuela estaba muy enferma y no podía hacerse cargo de ellas. Quería llevarlas a un orfanato.

Me presenté aquella misma tarde en su casa; estaba en orden y muy limpia. Salaf jugaba feliz con una muñeca de trapo. Samira me preparó un té de hierbabuena y me ofreció unos pastelitos de miel. ¡Estaban deliciosos! Los había hecho ella misma, como le había enseñado su abuela. Se encontraban en una situación desesperada. Debían pagar las medicinas y ya se les había acabado el poco dinero que tenían ahorrado, así que no podían comprar almendras, pistachos, pasas, nueces y miel.

- No nos queda ni un afgani, los ingredientes son muy caros – me dijo Samira sin una lágrima, era una niña muy fuerte-. Señor soldado, yo quiero quedarme en casa para cuidar a mi abuela y a Sadaf. No quiero que descubran que no soy Nasim; si saben que soy una niña, me castigarán, me separarán de Sadaf, me obligarán a cubrirme con un burka. ¡Me casarán con un viejo! Yo soy fuerte, puedo ganarme la vida en la fábrica de ladrillos donde trabaja mi amigo Ehsan.

Y yo me horroricé al oírla porque había visto a niños pequeñines acarreando pesados ladrillos de adobe. Zagalicos tristes, sin juegos, sin infancias… Aquel era un trabajo de hombres. Le prometí a Samira que intentaría ayudarla, le di todo el dinero que llevaba encima y, para distraerlas, las llevé al parque. Nos sentamos en un café. De pronto, una abeja bien gorda se posó en el vaso de refresco de Samira y la niña se la quedó mirando.

- ¡Qué linda, una abeja! – dijo. No le tenía miedo, la abeja se posó en su mano y no la picó.

Entonces se me ocurrió una estupenda idea: ¡le regalaría una de nuestras colmenas de Serón! Mi familia era apicultora, teníamos muchas colmenas en los montes de Los Filabres y un pequeño negocio de cera y miel.

- Samira, te voy a enseñar a sacar miel de las colmenas para tus pastelillos, hasta podrás venderla en tarros. ¡Y también velas! Te ganarás muy bien la vida.

Al fin la niña sonrió.

Aquella tarde le conté a Samira que se habían descubierto pinturas rupestres, de hace miles de años, con escenas de la recolección de la miel de colmenas silvestres. Y que, desde entonces, los apicultores gozaron de gran prestigio porque la miel era el único edulcorante hasta que, tras el descubrimiento de América, se difundió la caña de azúcar y la remolacha azucarera. Ella me preguntaba ilusionada, quería aprender todo sobre la crianza de las abejas y la obtención de los productos que estos laboriosos insectos elaboran.

Cuando regresé al cuartel, le pedí ayuda al comandante. Y al poco tiempo, y a pesar de ser un enorme engorro transportar una colmena desde los montes de Los Filabres a la lejana Afganistán en un avión de combate, las abejas de Serón llegaron a Kabul perfectamente, deseosas de libar las flores del parque cercano de la casa de Samira. Conseguimos un permiso municipal para que la niña colocara su colmena en un rincón poco transitado del jardín, junto a unos macizos de rosas y de árboles frutales. Y pusimos un gran letrero advirtiendo del peligro de acercarse.

Volví muchas tardes por allí; le enseñé a Samira a utilizar los utensilios del apicultor, como el ahumador, el cepillo de desabejar, la vestimenta especial y las técnicas y precauciones que se deben tomar. A Samira le encantaba trabajar vestida con su traje blanco «de astronauta», así lo llamaba ella.

¡Se hizo amiga de las abejas!

También le conté que las abejas están en peligro de extinción por el mal uso que hace el hombre de los pesticidas, por nuevas enfermedades y por el cambio climático. Y que su desaparición sería una auténtica catástrofe para la humanidad. Sin las abejas, morirían los vegetales por falta de polinización. Samira lo entendió perfectamente y me dijo, entusiasmada, que lucharía para protegerlas.

Todo marchaba bien, la abuela mejoraba con los cuidados de las niñas y con las pastillas que le llevó el doctor de nuestro regimiento. Hasta el día del Festival de las Cometas, la gran afición de los afganos.

En ese país las llaman gudiparan, que significa «muñecas voladoras». Pueden llegar a tener el tamaño de un hombre. Son muy flexibles y ligeras. Ehsan, el amigo de Samira, las hacía con madera de bambú y papel muy fino, casi siempre con forma de diamante. Él era el remontador, el gudiparan baz, el que sostiene la bobina de madera en donde se enrolla el cable; y ella, la charka gir, la que sujeta la cometa. Hacían un buen equipo, se compenetraban a la perfección.

Ehsan tenía cuatro años más que ella. Era un jovencito fuerte y decidido, acostumbrado a ganarse la vida desde que, a los siete años, sus padres lo pusieron a hacer ladrillos. Cuando conoció a Samira, al falso Nasim, trabajaba como conductor de uno de los carros que transportaban los ladrillos de la fábrica a las obras. Otro de esos conductores era un chico alborotador y pendenciero que se llamaba Malik. El muchacho no tenía familia, se había criado en la calle como un perrillo sin dueño. Malik envidiaba la amistad que se profesaban Ehsan y Nasim y el día del Festival de las Cometas estalló su odio.

La cometa nueva de Ehsan era tan grande como él, y llevaba pintada una graciosa abeja. Samira no había visto nunca una cometa tan majestuosa y rápida como la de su amigo. Cortaba el aire, a cada tironazo de Ehsan ascendía y bajaba como un cohete. Las cuchillas de su larguísima cola sajaban en un tris tras las cuerdas de las que se ponían en su camino. Al cabo de un rato de intensa lucha, solo quedaba en combate la de Malik, y también esta sucumbió a la abeja. Por una hábil maniobra de Ehsan, el dragón verde de Malik agonizó unos segundos cabeceando sin control hasta terminar estrellándose en un vertedero cercano.

De nada sirvieron las excusas de Ehsan. Malik no olvidó el ultraje.

Una noche de nieve, a la salida del trabajo, Malik siguió a su compañero. Ehsan cruzó el parque y entró en el recinto donde estaban las colmenas para echarles un vistazo. Entonces Malik, sin darle opción a defenderse, le atacó por la espalda con una estaca. Le golpeó en la cabeza y Ehsan cayó al suelo sin sentido. A la mañana siguiente, un jardinero vio a Ehsan en medio de un charco de sangre y lo llevó a su casa. ¡Las colmenas habían desaparecido!

Cuando se recuperó, Ehsan no denunció su agresión porque desconocía quién lo había intentado matar. Más que su cabeza magullada, a Ehsan le dolía el robo de las abejas de su amiga.

- ¡Ayúdame a encontrarlas, amigo! No podemos sobrevivir sin ellas, ¡ayúdame! – le suplicó Samira.

Y las buscaron sin descanso. Pero por mucho que preguntaron en los mercados, por muchos puestos que investigaron, no lograban localizar la deliciosa miel de las abejas filabreñas que Samira tan bien conocía. De las colmenas, ni rastro. Hasta que, ya desesperados y totalmente en la ruina, descubrieron el pastel.

Una mañana Ehsan se cruzó con el carro de Malik al salir de la fábrica. El rapaz intentó ocultarse la cabeza con un pañuelo pero fue inútil. ¡Llevaba la cara roja e hinchada, y como picada de viruela! Además, el carro no portaba ladrillos sino unos bultos sospechosos cubiertos con un plástico negro…

- ¡Las colmenas! – chilló Ehsan. Y salió como una exhalación detrás de Malik hasta que le dio alcance. Saltó de su carro al del ladronzuelo y lo tiró del pescante.

- ¡Si no me cuentas la verdad, rata inmunda, te meto la cabeza en una colmena! ¡Verás qué dulce es la miel que le robaste a Nasim!

Malik se arrojó del carro y puso pies en polvorosa. No volvieron a saber de él. Las abejas de Samira volvieron al parque, y al fin la niña respiró tranquila.

A los dos años del robo de las colmenas, doña Pepita se llevó a las hermanas a España. Ya eran sus hijas adoptivas. Ehsan se quedó en Kabul al cuidado del negocio. Doña Pepita le regaló al muchacho un ordenador para que, todas las noches, Samira pudiera hablar con él por Skype.

Abejas de Los Filabres es hoy una gran empresa, el mayor productor de miel de Afganistán. Y colorín colorado… ¡este cuento se ha acabado!

- Pero, papá, lo que me has contado… ¿es de verdad un cuento?

- Mañana conocerás a Samira, viene a Serón a por más abejas de nuestros montes. Volará pronto a Kabul para visitar a su amigo Ehsan y conocer la nueva fábrica de miel y velas. Ella te contará de nuevo esta historia que no es un cuento, hija, por fortuna, claro que no es un cuento.

CARMEN DE LA ROSA

ABRIL 2015

admin 18 diciembre, 2014 Leave A Comment Permalink

La UE reconoce el jamón de Serón como indicación geográfica protegida

El Jamón de Serón reconocido por la UE como producto de especial protección.

La marca ‘Jamón de Serón’ ya es un producto exclusivo sinónimo de calidad

La UE acaba de añadir este producto a la lista de los que gozan de especial protección con la IGP.

La Comisión Europea (CE) aprobó el pasado miércoles añadir al ‘Jamón de Serón’, producido en este municipio, a la lista de productos que gozan de protección por indicación geográfica (IGP).

La noticia ha sentado de maravilla, tanto a los empresarios cárnicos de la localidad como al alcalde de Serón, Juan Antonio Lorenzo, entre los implicados en que finalmente se haya convertido en realidad esta circunstancia.
El presidente de los empresarios Cárnicos, Luis Segura Oller, considera “una recompensa al duro trabajo realizado durante siete años para lograr este objetivo”. Con esta concesión ningún producto podrá llevar el nombre de jamón de Serón si no cumple los requisitos de la denominación, lo que les otorga una calidad certificada y avalada por Europa. “Nadie puede quitarnos este logro, ahora debemos replantearnos objetivos, iniciar un plan estratégico y una serie de tácticas, pero lo que hemos logrado no se compra con dinero; supone un distintivo de lujo para unos productos que exclusivamente podrán producirse aquí y eso nos llena de orgullo”, argumenta el presidente de los empresarios Cárnicos.
El alcalde de Serón tampoco ha disimulado el entusiasmo de lo que supone esta certificación que ha llevado al ayuntamiento y empresarios a financiar esta gestión “a partir de ahora se podrán obtener ayudas públicas para la promoción y comercialización del producto, se creará un consejo regulador que garantizará la calidad, estándar o precio, pero lo más importante es que la marca Serón repercutirá en el resto de productos agroalimentarios que se fabrican en el municipio, el reconocimiento afectará e influirá de forma muy positiva en la oferta familiar y de ocio que llevan el mismo nombre desde hace tiempo”, indica el edil.
“Se da la circunstancia que en España solamente existen dos IGP ligadas al jamón y la única que se circunscribe a un municipio es la de Serón”, argumenta Lorenzo orgulloso del resultado del trabajo conjunto.
Otros de los jamoneros de Serón implicados en la IGP son Jamones Checa y Cortijo de Canata, ambos muy contentos con la aprobación de Bruselas. Para Manolo Checa, empresario de Jamones Checa, la resolución les abre las puertas de Europa, un mercado que la firma ya trabaja desde hace años. Para Francisco Rodríguez, de Cortijo de Canata, “el sello de calidad sin duda refuerza e impulsa la marca”, asegura este empresario que ya introduce sus jamones en México, Japón, Nueva Zelanda, Francia o Bélgica.
Años de trabajo, décadas de experiencia, el clima justo y una dirección adecuada han logrado que la marca Jamón de Serón se convierta en sinónimo de calidad como producto exclusivo. Eso en parte es lo que significa que el jamón de Serón haya conseguido la Indicación Geográfica Protegida (I.G.P.), Bruselas recuerda que el proceso de secado de este jamón lleva 16 meses y destaca el “sabor dulce, su aroma intenso y su bajo contenido en sal” que permite obtener el clima árido de Serón.

ELOISA BENÍTEZ

admin 23 septiembre, 2014 Leave A Comment Permalink

EL JAMÓN DE SERÓN, PROTAGONISTA DE UNA RUTA DE TAPAS

Tapa ganadora "La Alconaiza" del establecimiento La Cochera de Serón.

Más allá de los dos días de celebración de la XX Feria del Jamón Serrano, este año el área de Turismo del Ayuntamiento ha decidido ampliar durante el mes de julio la promoción del producto gastronómico más emblemático del municipio: el jamón.

Lo ha hecho a través de una ruta de tapas donde el jamón de Serón ha sido el protagonista absoluto de las propuestas de todos los bares y restaurantes del municipio. “De Tapas por Serón” se ha desarrollado desde el 9 hasta el 27 de julio.

El objetivo de esta acción se centra en poner en valor la gastronomía como un producto turístico en sí mismo, aprovechando el aumento de población durante los meses estivales en Serón y en los pueblos cercanos.

A esta iniciativa se han adherido todos los bares y restaurantes del municipio, en total 11 establecimientos participantes con diversas propuestas de tapas:

- Restaurante  Bar Plaza Nueva: Suspiros de Serón

- Cafetería Pizzería Yélamos: Jamón a lo pobre

- Abacería Los Arrieros: Tapa de la tierra

- Restaurante Bar Casa Pedro: Naranja, rojo y verde

- Café Bar La Cochera: La Alconaiza

- Restaurante Bar Hermanos Cuadrado: Zapatilla de jamón con huevo

- Bar La Piscina: Caracoles Jamoneros

- Mesón Los Pinchitos: Salteado de jamón de Serón

- Bar El Cruce: Mar y tierra de Serón

- Restaurante La Estación: Melón con jamón

- Restaurante La Posada del Candil: Tartar de Jamón de Serón con daditos de tomate ecológico

En la iniciativa han podido participar todas aquellas personas que han degustado las tapas designadas en los establecimientos adheridos. Cada establecimiento disponía de cartulinas de participación para los usuarios, que éstos debían solicitar para iniciar la ruta de la tapa. El usuario, después de haber consumido la tapa de la promoción en los establecimientos, recibía el sello o firma de éstos en el recuadro de la cartulina correspondiente a cada bar o restaurante. Después del sello específico, el usuario debía establecer una puntuación del 1 al 10 dentro del recuadro de cada establecimiento para votar su tapa. Una vez completada la totalidad (11) ó al menos la mitad (6) de los establecimientos adheridos a la promoción, el usuario debía depositarla en cualquiera de las urnas dispuestas en los bares y restaurantes colaboradores.
Todos los usuarios que han realizado correctamente este proceso, han entrado en el sorteo de 2 lotes de productos agroalimentarios (para los que hayan completado la cartulina) y 2 jamones de Serón (para los que hayan completado al menos 6 establecimientos). Los ganadores de los lotes de productos agroalimentarios han sido Antonio Sánchez García y Jordi Mora Fernández, y los ganadores de los jamones han sido Nieves Fernández Domene y Antonio Castaño Padilla.

Tras el recuento realizado por el Ayuntamiento de Serón de las puntuaciones de las cartulinas depositadas en las urnas, el establecimiento ganador ha sido el Café Bar La Cochera con su tapa “La Alconaiza”, que ofrecía patatas a lo pobre con huevo y jamón acompañadas de un chupito de salmorejo.

Han sido más de 200 cartulinas las depositadas en las urnas, con un total cercano a las 1600 tapas consumidas, sin contar las que no han sido entregadas o no han sido válidas por no alcanzar el mínimo de 6 establecimientos. Tanto la cantidad de tapas consumidas en cada establecimiento como la puntuación media obtenida en cada uno de ellos ha sido muy similar.

La iniciativa ha finalizado con un éxito de participación y con una valoración muy positiva por parte de los establecimientos adherido.

CARMEN MARÍA CUADRADO PÉREZ / ÁREA DE TURISMO