Blog Turismo Serón

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Los Canos de Serón

Los Canos de Serón

Los Canos es una barriada de Serón ubicada en la Sierra de los Filabres, en el barranco de Las Casillas, poblado colgado literalmente de la montaña y parece que su origen se remonta a los carboneros que se ubicaron en este barranco para elaborar carbón vegetal y picón de las numerosas encinas que existían en este lugar, comienzan edificando chozas, para que vivieran los carboneros y posteriormente boliches para almacenar el carbón elaborado, con el paso de los años comienzan a construir las primeras casas, de los materiales que existían en la zona, piedras, pizarra, y launa. Aparecen las primeras familias, y según nos cuentan, parece que algunas de ellas proceden de la zona de Baza, el asentamiento se ve favorecido por la explotación minera de los cotos de Serón- Bacares.

Encontramos datos en el nomenclátor de 1940, donde aparecen Los Canos y Las Casillas en la Diputación de Casillas, con categoría de cortijada. Dista de Serón 11 kilómetros, por el acceso más cercano, que era el antiguo Camino de Almería, La Loma y El Serval. En esta época cuenta con 12 edificaciones para uso de vivienda y una para otros usos. Son construcciones de una sola planta, con una población de 70 habitantes de derecho y 50 de hecho.

Los Canos comienza a quedarse sin población en los años cincuenta y sesenta, quedando prácticamente vacíos en 1968, cuando cierran las minas de Las Menas, quedando en el poblado Amador Mateo Cano y el matrimonio formado por Benito Cano López y Maravillas Mateo Martínez que dejan Los Canos casi obligados por sus hijos para venir al pueblo de Serón, ya que la barriada no tenía ni luz, ni agua corriente y el acceso a la misma debía de hacerse a pie o con animales de carga. No existía, ni existe carretera, para acceder a este abrupto lugar, accediéndose a él por un camino empedrado desde Aldeire (Alcóntar) o por el Camino de Almería, dado que está literalmente colgado de la montaña.

Un poco de historia y anécdotas de esta cortijada, que según Antonio Jesús Sánchez, podría ser nuestro Machu Picchu particular. Comenzamos haciendo una entrevista a Herminia Cano Cano que nos relata historias de sus padres, abuelos y de ella y su hermana Antonia.

Mi familia procede de Los Canos, mis abuelos eran Benito y Maravillas, tuvieron ocho hijos, lo normal en aquellos tiempos, todos marchan a Barcelona, menos Antonio, mi padre, que vivirá en la cortijada hasta 1962, compra casa en Serón y nos establecimos en el pueblo. Mi padre se llamaba Antonio Cano López y mi madre María Cano Mateo, eran primos y tuvieron que pedir dispensa al Papa y en casa siempre comentaban que la Iglesia les cobró 500 pesetas que era una cantidad muy elevada para la época, se celebró la boda en la barriada de La Loma, situada relativamente cerca y de la que dependían para los cultos religiosos, tuvieron cinco hijos.

Mis abuelos se quedaron en Los Canos y mi madre nos llevaba a verlos con frecuencia, lo que más recuerdo y me encantaba era ir de matanza a casa de mis abuelos. Cuando llegaba el frío, en la Navidad, mi madre, nos montaba en la burra y el viernes a las 12 del mediodía salíamos de Serón hacía Los Canos, tomábamos el Camino de Almería, pasábamos por La Jordana, el Marchal del Abogado, La Loma, El Serval, saltábamos el monte y allí en lo alto de la montaña estaban Los Canos, se llegaba por la parte de arriba. Tardábamos casi cinco horas en recorrer los 11 kilómetros de distancia que separan ambos puntos, con sus paradas para que la burra bebiese agua, llegando a Los Canos cuando empezaba a anochecer.

El sábado, comenzaba la matanza muy temprano, con el sacrificio del cerdo, la casa de sus abuelos estaba en un terraplén, tenían que bajar al río, a lavar las tripas, a veces tenían suerte y podían lavarlas en una acequia que pasaba por la mitad de la barriada, buscar la leña, para calentar y cocer las calderas de morcillas. El domingo se hacían los chorizos y el salchichón y se acaba la matanza, era un día de diversión, sin olvidar lo duro del trabajo.

Cuenta Herminia que tenían los corrales muy pegados al barranco y un día al ir a dar de comer a los cerdos uno de ellos se salió de la cuadra y se despeñó por el cortado, cayendo al río. El cerdo se mató y adelantaron la matanza, ya no tuvieron que venir los matarifes.

Los Canos, como la mayoría de las barriadas y cortijadas de Serón, tenía escuela, ubicada en la parte alta del poblado en lo más llano y a Herminia le gustaba visitarla, recuerda a un maestro que le regalaba tizas, cuadernos, lápices de colores, libretas y borradores, a cambio ella le limpiaba la sala donde unos 12 niños asistían a clase, era la época en que muchos de sus habitantes ya no vivían en la aldea, porque en los sesenta el numero era de unos 25, todos los años el Ministerio mandaba un maestro o maestra y se recuerda a la maestra Amalia que fue una de las últimas y que algún año no llegaba ninguno y hacía de maestra Angelita, una mujer de Aldeire, con conocimientos básicos de lectura, escritura y matemáticas, era una escuela unitaria, todos los alumnos juntos y de todas las edades; niños y niñas aprendían lo básico en un libro y en las libretas de dos rayas, para no salirse y lo más difícil y complicado, los dictados. Las clases se impartían por la mañana y por la tarde.

Hemos entrevistado también a Carmen Lorenzo Mateo y a su hermana Antonia, ellas dejan Los Canos en 1959 o 1960 y nos cuentan que la mayoría de los hombres iban a trabajar a la mina, tenían que madrugar mucho, la entrada era a las siete de la mañana y los desplazamientos se hacían a pie y tardaban unas dos horas en llegar al puesto de trabajo, cuando acababa la jornada laboral de ocho horas, volvían a casa con el pan que la empresa repartía diariamente y una vez a la semana, con la leña. Si era el tiempo de siega, después de la jornada laboral, es decir, doce horas, ocho de trabajo y cuatro de desplazamiento, se paraban a segar los cereales cultivados ya que todos los habitantes de Los Canos tenían tierras para cultivar.

Los hombres que no iban a la minas trabajan picando esparto, recogiendo leña (solo la suya ya que existía un guardia que cuidaba que nadie cogiese leña del monte sin permiso), cuidando a los animales u ocupándose de la agricultura.

Las mujeres, eran las grandes trabajadoras silenciosas, ellas se ocupaban de todo: la crianza de los niños; las labores de la casa: lavar era lo más complicado, si la acequia que atraviesa el poblado iba sin agua, tenían que bajar a lavar al río, a veces, el agua estaba helada, tenían que romper el hielo con la mano para poder introducir la prenda y sacarlas pronto por miedo a la congelación, acabada la colada debían de subir hasta la casa, ahora con peso extra, al llevar la ropa mojada; hacer la comida, por la mañana era normalmente unas migas y por la noche una olla de cocido; amasar y hacer el pan que solía hacerse una vez a la semana o cada quince días dependía de las necesidades; coser y zurcir las ropas de todos los miembros de la casa; mantener en orden el hogar; cuidar los animales, conejos, pollos, gallinas, la cabra, el mulo o la burra y los cerdos; y por supuesto cuidar la huerta. Su jornada laboral era de veinticuatro horas, siempre al servicio de los demás.

Disponían de partera, que ayudaba a las mujeres a dar a luz y era la Abuela Ricarda (abuela de Carmen y Antonia), los niños y niñas nacían en las casas y ella iba a ayudarlas, en una ocasión Remedios Cano López (tía de Herminia y de Antonia), se puso de parto de gemelos, el primer niño nació en Los Canos, pero el segundo no nacía, tuvieron que hacerle unas parihuelas y llevarla hasta Las Menas, para recibir asistencia médica, el trayecto era de dos horas y no recuerdan exactamente que pasó cuando llegaron a Las Menas, pero parece que el niño no sobrevivió al parto, que debió de ser muy doloroso. Otras mujeres parían directamente en la era o en la siega, acurrucaban al niño, le daban la primera toma y lo dejaban descansando y continuaban sus labores, con la misma fuerza y entereza que antes del parto. Eran mujeres duras y curtidas por el trabajo y el sufrimiento. Acostumbradas a perder hijos por la mortalidad infantil e incluso a morir muchas de ellas en el parto, si este venía con alguna complicación. El cuidado de los hijos, también les correspondía y cuenta la leyenda, que al ser una cortijada colgada de la ladera y bastante escarpada, para evitar que estos cayesen al barranco los ataban a la pata de la cama o a la puerta de la casa, por miedo a que se despeñasen, como pasó con el cedo.

Los Canos, eclesiásticamente dependían de la Parroquia de La Loma, allí se celebraban todos los actos religiosos: bautizos, comuniones, bodas, entierros, oficios… y su párroco durante muchos años fue Don José. El Campo Santo también se encontraba aquí.

En Los Canos eran casi autosuficientes, cultivaban la tierra, tenían animales y además trabajaban en la mina, el sueldo era muy pequeño pero les dio para ahorrar y comprar casas en Serón o emigrar a Barcelona. De la tierra obtenían centeno, cebada y trigo que guardaban en los trojes, después de realizar la trilla en las tres eras que tenían que eran comunales, el grano lo molían en el molino de Aldeire. En primavera y verano cultivaban hortalizas, patatas, habichuelas que enristraban y secaban para gastarlas en invierno, guisantes, habas, pimientos, tomates, maíz… tenían algunos almendros y frutales y en las márgenes de los bancales unos pocos olivos.

En septiembre se hacía el vino en el jaraíz que tenían en las casas, éste se vendía en los pequeños comercios que existían en Los Canos, uno de ellos era del padre de Herminia y Antonia y otro era del padre de Antonia y Carmen. En estos establecimientos se vendían aquellos productos que no podían conseguir de forma autosuficiente, como el arroz, el aceite, las medicinas o las especias que eran necesarias para las matanzas, para el avituallamiento de estos productos, las mujeres cogían sus mulos o burras y se desplazaban los viernes hasta el mercado de Serón para comprar todo lo que necesitaban. En ambos locales se hacían bailes los sábados, a estos guateques acudían hombres de otras localidades y Antonia Lorenzo conoció a su marido en uno de ellos, en estos locales se vendía vino y pasaban una velada muy divertida que era amenizada por los músicos del pueblo que tocaban el laúd, la bandurria y la guitarra. Ya en época más moderna, y en la casa de Herminia, su padre compró una radio y ésta se usaba de orquesta. A veces los bailes se hacían en las casas de los vecinos, pero lo normal era celebrarlos en estos dos establecimientos.

La visita a Los Canos la realizamos junto a Antonio Jesús Sánchez Zapata, que quería realizar un artículo para la sección “Aldeas y Cortijadas abandonadas de Almería” de La Voz de Almería. Lo acompañamos a conocer Los Canos, él además realizó un video con dron que pueden ver en el siguiente enlace:

https://www.youtube.com/watch?v=lmc8fJuwU_A.

Nosotros accedimos a la cortijada de Los Canos por Aldeire, una vez que llegamos a la barriada, la atravesamos y nos dirigimos al río, ascendimos por él hasta encontrar el camino de piedra que nos llevó a la cortijada de Los Canos.

María Isabel García Sánchez

Ruta BTT. Entre aleros de pizarra y árboles monumentales.

MANUEL PEÑA EXPÓSITO XX SAFARI

Distancia: 63 Km
Tipo de Recorrido: Circular
Tiempo: 4-6 horas
Desnivel de Subida: 1.320 m
Desnivel de Bajada: 1.320 m
Dificultad: Media-Alta
Época Recomendable: Primavera y Otoño

Descripción:

A través de esta ruta de bicicleta de montaña podremos disfrutar de los distintos matices del paisaje cultural y natural de la Sierra de los Filabres, el cual ha sido moldeado, durante milenios, por las manos de los hombres y mujeres de las distintas civilizaciones que vivieron en estas montañas.

Quien se decida a realizar este itineario podrá conocer el singular tipo de poblamiento y arquitectura tradicional de pizarra de las cortijadas serranas de esta comarca, atravesará una de las superficies forestales más extensas de Andalucía, tomará descanso bajo la sombra de encinas y pinos milenarios y con un poco de suerte se cruzará con magníficos ejemplares de ciervo o de macho montés.

La ruta circular parte y termina en la cortijada de Aldeire (Foto 1) situada a 1.107 m de altura. A ésta pequeña aldea se accede desde la población de Serón a través de la AL-6403. Iniciaremos con una exigente subida por una pista forestal que nos llevará a la Cortijada de os Marcos (pto km 8 – Foto 2), magnífico exponente de la arquitectura tradicional de montaña y a la Cortijada de Los Santos (pto km 12,5 – Foto 3), en cuya fuente podremos repostar agua.
Posteriormente, tras aproximadamente 2 km adicionales de subida, conectaremos con una de las principales vías que cruza la sierra, la cual nos llevará al Mirador de la Víboras (pto km.19,7- Foto 4), en primer lugar, y posteriormente, al Refugio Forestal de Arroyo Berruga (pto km 28 – Foto 5). Tanto en un punto como otro, podremos disfrutar de unas magníficas vistas de las inmensas repoblaciones forestales de la Sierra de los Filabres y tomar el primer avituallamiento de la jornada ciclista.

Una vez recuperadas las fuerzas, afrontaremos la segunda parte de la ruta, bastante más favorable ya que, a excepción de pequeñas subidas, todo el recorrido es llano o en bajada. Pasaremos por el Cortijo del Conde (pto km 42,4 – Foto 6), vivienda con una de las cubiertas tradicionales de aleros de pizarra mejor conservadas de las Sierra. En este punto, volveremos a repostar agua en la fuente existente.

Un poco más adelante (pto km 42,7), nos desviaremos un poco de la ruta principal, en dos ocasiones. Merecerá la pena porque visitaremos dos lugares de enorme interés de la Sierra de los Filabres: los pinos laricios centenarios ((Pinus nigra subsp. salzmanni) del Calar del Gallinero y la Cortijada de Los Carrascos. Estos majestuosos ejemplares de pinos (Foto 7), pertenecen a una especie endémica de la Península Ibérica y constituyen verdaderas reliquias de la antigua vegetación natural de la Sierra. Por su parte, la singular y bella aldea de Los Carrascos (Foto 8), constituye el mejor ejemplo del valioso patrimonio etnográfico y arquitectónico existente en estas montañas.

Finalmente, iniciaremos la bajada hacia Aldeire, que nos llevará, en primer lugar, a la Barriada de la Loma y su singular cementerio abandonado (Foto 9) y, por último, al colofón de la ruta, la Encina milenaria de La Loma (Foto 10), monumento natural declarado por la Consejería de Medio Ambiente y considerado por algunos científicos como el arbol natural más grande Andalucía.

José Luís Caparrós Martínez / Coordinador Provincial de Almería de la Agencia de Medioambiente y Agua

 

imagen blog ruta

 

DOS ENCINAS MILENARIAS, CANDIDATAS A LA DECLARACIÓN DE MONUMENTO NATURAL

MONUMENTO NATURAL

El Pleno solicita por unanimidad la catalogación para los dos árboles

Fuentes: www.teleprensa.com, www.lacomarcanoticias.com, Ideal Almanzora, Junio 2016

No es un secreto que la sierra de Serón guarda infinidad de tesoros y puntos de un gran interés turístico y medioambiental. Entre esos atractivos destacan dos encinas milenarias, destino de rutas senderistas y de numerosas visitas a la Sierra de los Filabres.

Ahora, el Ayuntamiento de Serón quiere que los históricos árboles figuren como Monumento Natural, para lo que debe obtener el visto bueno del Gobierno de la Junta de Andalucía. En cualquier caso, los trámites para conseguir esta denominación ya han comenzado después de que el último Pleno del Ayuntamiento aprobara por unanimidad solicitar a la Junta la declaración de Monumento Natural de las dos encinas milenarias.

En concreto se trata de la carrasca ubicada en el paraje conocido como La Poza del Marchal del Abogado y la encina situada en la Peana del Serval. Estos dos árboles, catalogados como singulares por la Administración andaluza poseen cualidades y características que han llevado al Consistorio a solicitar este distintivo que ayudará a su protección, publicidad, señalización y cuidado.

Hace pocos años, los técnicos de la Consejería de Medio Ambiente de catalogaron la encina de la Peana del Serval como “el árbol de mayor porte y uno de los de mayor antigüedad” de la comunidad autónoma. Se trata de una encina de 16 metros de circunferencia de base y unos 25 de altura, situada en el valle de La Loma, paralelo a la carretera que une la localidad seronense con el antiguo poblado minero de Las Menas.

Cabe recordar que el Ayuntamiento acondicionó en 2015 el denominado ‘Sendero de las Encinas Milenarias’, que cuenta con la homologación oficial de la Federación Andaluza de Montañismo. Todo preparado para recibir por la puerta grande, si lo así lo estima la administración competente, la catalogación como Monumento Natural de dos singulares ‘vecinos’ que testigos de la historia de Serón durante cientos de años.
En caso de que la Junta de Andalucía de luz verde al nombramiento de las dos encinas seronenses como Monumento Natural, serán el segundo y tercer árbol de la provincia en recibir esta catalogación junto a la Sabina de Chirivel.

 

admin 11 noviembre, 2016 Leave A Comment Permalink

EL PINO DORMIDO

FOTO PÁGINA COLOR

Otra de nuestras joyas en la Sierra de los Filabres es este espécimen un tanto extraño que se encuentra en el Cerro del Escomite. En el corazón de Filabres, en una de las márgenes del cortafuegos del Cerro del Escomite a unos 1.800 m. de altura, vive aislado este ejemplar de pino de repoblación de la especie Pinus pinaster, que destaca por su inusual tronco tumbado.

No están claras las razones de por qué este pino ha crecido de esta forma tan poco habitual. Quizá lo tumbo la nieve o el viento es su juventud, quizá la distorsión de los troncos es causada por la actividad de la oruga de la mariposa Rhyacionia buoliana. Esta mariposa, en otros países, ha conseguido que bosques enteros de árboles retuerzan sus troncos, haciéndolos crecer de forma singular. Por ejemplo el Bosque de pinos en el Istmo de Curlandia, en la región de Kaliningrado, en Rusia.

El mejor modo de visitar el Pino dormido es realizar el Sendero del Escomite. Es un sendero circular de 12.4 km de largo, de dificultad media.

El recorrido parte desde las estribaciones del Collado del Conde y en su mayor parte discurre por antiguos senderos de herradura que enlazaban Poblados de la Sierra de Filabres (Los Sapos, Los Canos, Las Morcillas, Los Carrascos). El sendero nos lleva desde el Mirador del Escomite por la vertiente este del Barranco de la Olapra hasta descubrir el verdadero corazón de los Filabres.

A grandes rasgos describimos el recorrido de este modo: se inicia en la Balsa de los Carrascos y pasa por la pista forestal, el cortafuegos, llegando al mirador del Escomite (1778 m), donde las vistas del Calar y el Barranco de la Olapra son impresionantes.

Volvemos sobre nuestros pasos para regresar al cortafuegos de la Loma del Escomite y llegamos al Pino dormido, ejemplar singular, en medio del cortafuegos. de apreciar el pino, podremos disfrutar de un paisaje y vistas inmejorables.

Continuamos por el Barranco de la Olapra, que nos conduce entre encinas milenarias, pinos gigantes, fresnos, cerezos, majuelos, saucos y antiguos frutales en flor, al verdadero corazón de los Filabres. En la confluencia  de los barrancos del Negro y las Morcillas nos encontraremos con un magnifico ejemplar de encina milenaria llamada de las Elenas. Recorremos el Barranco de las Morcillas, donde su  arroyo proporciona agua a una abundante vegetación de ribera, y un buen sitio para descansar y comer algo. Desde aquí nos dirigimos, subiendo en zig-zag, a Los Carrascos y vuelta a la balsa, desde donde habíamos partido.

Para los aficionados a la botánica, mencionar que nos encontraremos conejillos (Linaria aeruginea), zapaticos de la virgen, dedalera, espino roquero, majuelo, espino albar, sauco, orejillas del diablo, lino azul, orquídea amarilla y muchas especies más.

 

¡!Buen paseo, amig@s!!

Fuentes:

http://www.enlabuhardilla.com/RutasySenderos/tabid/1030/articleType/ArticleView/articleId/985/Sendero-del-Escomite.aspx

https://hacialosalvaje.wordpress.com/2015/11/25/el-misterio-del-pino-dormido-de-filabres/

MAITE ACOSTA CHITO

AGOSTO 2016

admin 11 noviembre, 2016 Leave A Comment Permalink

EL CAMINO DEL FARGALÍ

FARGALI

Un paseo interesante en otoño es el del camino del Fargalí. Según la Relación de Entidades existentes en el Término Municipal de Serón, aprobado por la Dirección General de Estadística a 31 de diciembre de 1940,  Serón tenía en aquel momento 7.785 habitantes de derecho, de los cuales 2.344 vivían en Serón (pueblo) y el resto distribuidos en 92 barriadas y cortijadas, aglutinadas territorialmente por las siguiente Diputaciones: Diputación de Angosto y Valle, de El Cáliz, de El Cántaro, de Las Casillas, de Fuencaliente, de Huélago, de La Jauca, de Jórvila, de El Rascador y Las Menas y Diputación de El Fargalí.

Según el censo de 1940, la Diputación de Fargalí se componía de tres entidades:

1.Fargalí Alto, con la categoría de Cortijada, tenía 17 viviendas (censadas), 91 habitantes de derecho, y 73 habitantes de hecho.

2.Fargalí Bajo, con la categoría de Barriada, tenía 15 viviendas, 55 habitantes de derecho, y 49 de hecho.

3.El Castellón, con la categoría de Cortijada, tenía 15 viviendas, 55 habitantes de derecho, y 50 de hecho.

Cabe destacar del Fargalí Bajo que era un poblado en el que había escuela y que es el edificio que mejor ha resistido el paso del tiempo. En la actualidad, los poblados de esta Diputación de Serón, como otros muchos en nuestra sierra, se encuentran abandonados hace años.

Como decíamos al principio, recomendamos una pequeña excursión al Fargalí desde Serón pues realizarla desde aquí nos provoca una sensación de sorpresa pues da la impresión de que en muy poco tiempo (apenas dos horas) estás en plena sierra. Accedemos desde La Venta en dirección a Los Collados y nos dirigimos hacia el cerro de enfrente. Desde su cúspide podremos apreciar unas vistas estupendas de La Estación y Los Zoilos. Continuamos la subida por el pinar, que, hay que decirlo para que los paseantes puedan medir sus fuerzas, es bastante pronunciada y nos llevará aproximadamente media hora superarla. El calzado debe ser adecuado pues esta gran cuesta empinada tiene un firme de piedra suelta, por lo que hay que ir con cuidado. En este tramo la senda  es estrecha, por lo que no nos encontraremos con coches pero sí nos podemos encontrar con alguna moto de campo. Al terminar la cuesta se enlaza con el camino de La Jordana. A unos 3 km se coge una pista forestal que sale a la derecha, ya dirección al Fargalí. La vegetación alta en esta zona es de pinar pero encontraremos también sabinas y enebros. De monte bajo encontramos majuelos y, entre otras especies destacables, adelfillas, que se utilizan mucho como aliño de aceitunas. En el poblado se mezclan la vegetación de ribera (chopos, álamos, servales, nogales y encinas) con los frutales que han sobrevivido gracias al riachuelo (cerezos, higueras, manzanos…). Las vistas son magníficas.

Si queremos ir un poco más allá, cuando nos acerquemos al poblado podremos hacerlo por la izquierda, cruzamos el barranco y, rodeando el poblado, llegamos a Los Castellones.

Para aquellas personas que tengan un poco de dificultad recomendamos la opción más cómoda y fácil de ir en coche por el camino que va hacia La Jordana hasta la pista forestal mencionada anteriormente. Desde allí al Fargalí el camino es bastante mÁs accesible.

Gracias a Juanjo y Maribel por recomendarnos y describirnos este bonito paseo.

MAITE ACOSTA CHITO

DICIEMBRE 2015

Foto: Valentín Ocaña Breimer

admin 26 febrero, 2016 Leave A Comment Permalink