MINA DE CALAMINA

La mina de calamina “Virgen de los Milagros”
El plomo y el cinc en el barranco del Fargalí (Serón)
En la segunda mitad del siglo XVIII surge en la actual Riopar (Albacete) un complejo metalúrgico conocido como Reales Fábricas de Alcaraz[1], dedicado a la obtención y manufacturación del latón. La razón principal de su ubicación en Riopar fue el hallazgo de un importante yacimiento de calamina (sulfato de cinc), uno de los más importantes de Europa tanto por la calidad del mineral como por su abundancia y facilidad de explotación.
El mineral de calamina era esencial para la obtención del cinc, que en aleación con el cobre dará lugar al latón, un material muy apreciado en la época y con el que se fabricaban diversos objetos: cazos, braseros, candelabros, barreños, etc. Hasta esa época el latón no se producía en España de forma industrial, por lo que había que traerlo del extranjero, sobre todo de Alemania. El cobre que se utilizó en las Fábricas de Alcaraz provenía de las minas de Linares y de Rio Tinto.
En Serón, durante la segunda mitad del siglo XIX, el cinc también estuvo presente en varios yacimientos de calamina. Uno de ellos estaba en el paraje conocido como “Cerro de los Bancales”, lindando al sur con el paraje “Piedra Horadada”, propiedad del vecino de Serón D. Manuel González y adquirida en septiembre de 1863. El otro yacimiento, el más importante, conocido como Virgen de los Milagros estaba situado en el barranco (hoya) del Fargalí, propiedad del también vecino de Serón, D. Manuel Escobar Marín, que lo adquirió en octubre de 1869.
Aún hoy es posible localizar alguna bocamina y sobre todo el horno de calcinación, donde se transformaba el mineral para la obtención del óxido de cinc. En las proximidades de la mina existía una casa-cortijo compuesta de dos habitaciones, una de ellas con hornillos para ensayos[2]. Junto al horno de calcinación se pueden ver los restos de un almacén y gran cantidad de escorias[3].
La Memoria de la mina Virgen de los Milagros indica que, en 1874, la mina tenía tres galerías;
“de la primera y en dirección oeste, de unos 8 metros de longitud, se ha obtenido una producción media de 500 toneladas de calamina en buenas condiciones. De otra galería en dirección sureste, de unos 19 metros de longitud, se encontró abundante mineral plomizo argentífero, habiendo sacado gran cantidad de este género, como indica la construcción de una fábrica de fundición [4] distante media hora de la mina, cuya fábrica se alimentó algún tiempo con sus minerales. Entre las dos galerías citadas existe una tercera bastante inclinada, de unos 14 metros de longitud”.
Algunos propietarios de la mina Virgen de los Milagros
En octubre de 1869 el vecino de Serón, don Manuel Escobar Marín[5], adquiere la propiedad de seis pertenencias[6] de mineral de plomo y cinc, con el nombre “Virgen de los Milagros”, obteniendo el Título de Propiedad, expedido por el Gobernador Civil de Almería, el 13 de octubre de 1870. En el expediente de registro aparece como mina de plomo, lo que hace pensar que en una primera fase fue explotada como mina plomiza a través de la galería en dirección sureste que indicábamos antes.
Al fallecer el Sr. Escobar, su viuda, Dª Ángela Estrada Martínez, con dos hijos menores y sin posibilidades económicas para seguir adelante, cede los derechos del registro de la mina a D. Juan Oña Sáez, vecino de Tabernas, por 192’50 pesetas. La escritura de venta se firma el 7 de septiembre de 1872[7] ante el notario de Purchena, D. Pablo de Torres Sánchez. En menos de dos años, la mina cambia de dueño otra vez. En estos procesos había mucha compra y venta para especular como se puede ver en la siguiente venta. El 2 de abril de 1874 y ante el notario de Tabernas, D. Pedro de Góngora Martínez, el Sr. Oña vende, por 500 pesetas, la mina Virgen de los Milagros a D. Manuel Ibañez Guerrero, de 25 años y vecino de Almería.
La intención del Sr. Ibañez no era la de explotarla pues al mes siguiente de su compra tiene elaborada ya la Memoria de la Mina para posibles compradores. En mayo de 1877 aún era de su propiedad.
El horno de calcinación
Extraído el mineral, este se seleccionaba, se procedía a su lavado y se preparaba para el proceso de calcinación. El horno, hecho con piedras de la zona, se encendía con carbón y varias garbas de leña y después se echaba la calamina por la parte superior a través de un cargadero. De este modo el mineral se calcinaba y caía a la parte inferior del horno, liberando gran parte de sus impurezas. Finalmente, a través de las cuatro compuertas del horno, el mineral se recogía con palas y se almacenaba para transportarlo a la fundición.
En nuestro caso, la calcinación tenía por objeto separar de la calamina el agua y el ácido carbónico del carbonato de cinc, para convertirla en óxido de cinc.
La Memoria de la mina nos describe las medidas del horno y cómo el mineral era cargado.
“… horno de calcinación, cuyo baso tienen tres metros y medio de altura por un metro de ancho, y sus columnas resistentes empiezan por dos metros y medio de espesor y concluyen por un metro; con un buen puente para hacer la carga al horno con muy poco costo, por medio de carretones”[8].
Resaltar, finalmente, que el horno de calcinación de la mina Virgen de los Milagros tenía forma prismática, a diferencia de la mayoría de hornos que eran cilíndricos, como por ejemplo los de la mina de cinc San Jorge en Riopar o los de Lucainena de las Torres (Almería).
[1] “Las minas de San Jorge y las Reales Fábricas de Alcaraz”, Foresta, nº 47-48, especial Castilla-La Mancha, p. 50.
[2] Memoria mina calamina Virgen de los Milagros, por Manuel Ibañez, 20/05/1874. Imprenta La Crónica Meridional.
[3] Parte no útil del mineral extraído.
[4] Se refiere a la fábrica de fundición San José, en el Angosto de los Pinos.
[5] Era el representante, en Serón, de las minas Hipólita y Paulina, propiedad de su hermano José, vecino de Lorca (BOPA, 3/10/1858).
[6] 1 pertenencia equivalía a una superficie de terreno de 1000 m2.
[7] El alcalde de Serón, en esos momentos, era D. Pedro A. Rodríguez.
[8] Memoria mina calamina Virgen de los Milagros, por Manuel Ibañez, 20/05/1874. Imprenta La Crónica Meridional.
FLORENCIO CASTAÑO IGLESIAS