ABETO ROJO
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Picea abies, la pícea común, pícea de Noruega o pícea europea, es una conífera de la familia de las pináceas que no pertenece realmenteal género Abies, los abetos, por lo que en ocasiones se le llama también “abeto” falso o incluso “abeto” rojo. Es de las principales especies forestales en el norte y centro de Europa, pudiendo aparecer entre 200 y 2.000 m de altitud. En el centro se encuentra como árbol de montaña y en el norte como árbol de llanura. En España, fuera de su área natural, es utilizado en parque como adorno aunque en Cantabria y Pirineo se han realizado repoblaciones de carácter forestal. En la Sierra de los Filabres se encuentra un sólo ejemplar en Las Menas y varios en el Calar Alto.
En muchos países de Europa se le considera el abeto típico de Navidad. Es muy apreciado en jardinería, ocupando un lugar destacado en parques y jardines europeos y también es utilizado para reforestación debido a su madera, de color claro, muy trabajable y de fino acabado; ideal para ebanistería o para confeccionar instrumentos musicales, los famosos violines Stradivarius fueron fabricados de este tipo de árbol.[]
La pícea de Noruega se regenera a partir de su sistema de raíces, que se conserva vivo cuando el tronco muere. La característica de esta pícea es su copa piramidal, muy regular. Puede alcanzar los 70 m de altura, aunque generalmente no sobrepasa los 30-50 m. Para adaptarse a condiciones de climas más fríos una Picea puede disminuir su porte en sucesivas generaciones que renacen de las raíces hasta parecer apenas un arbusto. En abril de 2008 científicos de la Universidad de Umeå (Suecia) descubrieron un ejemplar de Picea con un sistema de raíces de 9.550 años de antigüedad. La longevidad de la pícea se debe por un lado a su doble capacidad para clonarse a partir de las reservas de la raíz, y por otro a adaptarse a los cambios climáticos, evolucionando de árbol a arbusto.
Sus ramas crecen horizontalmente, excepto en la zona alta, en que se disponen de forma ascendente. De tronco recto y corteza pardorrojiza que se escama ligeramente con la edad. Presenta hojas aciculares de entre 1 a 2,5 cm de longitud, rígidas y puntiagudas, dispuestas en verticilos y de color verde oscuro brillante. Las ramas nuevas que brotan en primavera son amarillo verdosas. Los conos (piñas), al igual que en el resto de las especies de píceas, son colgantes, de forma ovoide y de entre 10-18 cm de largo; las piñas jóvenes son verdes, al madurar pasan a ser de un color marrón parduzco o purpúreo.
EL ÁRBOL DE NAVIDAD: Los antiguos egipcios ya celebraban el fin de año con una ceremonia en que llevaban una penca de palma que tenía doce hojas, cada una de ellas representando un mes del año. Al fin de la ceremonia, encendían la punta de cada hoja y las apilaban formando una hoguera en honor de los dioses. Se cree que el origen del árbol de Navidad actual podría estar en aquella costumbre.
En la primera mitad del siglo VIII, en Alemania, se cuenta que ocurrió algo que le dio el empuje definitivo al árbol navideño. Mientras San Bonifacio intentaba convencer a unos druidas alemanes de que el roble no era ningún símbolo sagrado (puesto que la religión católica no lo entiende así, al contrario que la druídica), uno de los misioneros que le acompañaban derribó uno de ellos, queriendo demostrar que no era más importante que otros árboles, y que como todos, caía al ser golpeado. Este árbol al caer fue derribando otros cercanos, en un efecto cadena del que sólo se salvó un pequeño abeto. Se interpretó esto como un pequeño milagro, y los años siguientes los cristianos plantaron abetos en Navidad como forma de celebrar el suceso del año anterior. Siglos más tarde, allá por el XVI, los alemanes ya decoraban los abetos como forma de celebración, aunque esta costumbre no arraigaría en España hasta mediado el siglo XX. Sin embargo, a pesar de ser éste el origen cristiano del árbol de Navidad, no podemos olvidar que entronca con la tradición ancestral del culto a la naturaleza y sus espíritus, encarnados también en los árboles. En las tierras de Alemania, sus habitantes acostumbraban a adornar los árboles cuando éstos se quedaban desnudos en invierno, como una manera de atraer a los buenos espíritus. Estos primeros adornos muchas veces representaban frutas como manzanas, y más tarde serían los sopladores de vidrio de la ciudad de Bohemia quienes harían bolas de cristal con que adornar los árboles.
MAITE ACOSTA CHITO
DICIEMBRE 2010